miércoles, 29 de septiembre de 2010
Edgar Allan Poe
Hoy he descubierto que esta canción es un poema de Edgar Allan Poe
(*)
Me he acordado también de este otro:
*Versión de Bunbury
(*)
Me he acordado también de este otro:
*Versión de Bunbury
domingo, 19 de septiembre de 2010
Labordeta
Esta noche ha muerto José Antonio Labordeta. Soñé con él la noche anterior, creo que porque alguien puso en el facebook el vídeo en el que mandaba a la mierda a un Ministro en el Congreso.
En el sueño éramos vecinos y bajábamos a un bar que había al lado de casa. Me cogía del brazo como hacía la gente de su época. Al entrar todo el mundo le saludaba con cariño y respeto y yo me sentía un poco intruso. No recuerdo nada más excepto que llegábamos a la barra a pedir.
Descanse en paz.
En el sueño éramos vecinos y bajábamos a un bar que había al lado de casa. Me cogía del brazo como hacía la gente de su época. Al entrar todo el mundo le saludaba con cariño y respeto y yo me sentía un poco intruso. No recuerdo nada más excepto que llegábamos a la barra a pedir.
Descanse en paz.
Sorbo de letras.
Hace un año participé en el II Certamen de Literatura hiperbreve "El Rioja y los cinco sentidos". Se podían enviar siete textos así que traté de cubrir unos cuantos temas distintos con diferentes enfoques a ver si alguno colaba.
La semana pasada me llegó un paquete con el libro "Sorbo de letras", publicado por el Gobierno de La Rioja, con los dos ganadores y los ciento treinta textos que más le gustaron al Jurado. Entre ellos estaba uno de los siete que envié.
Adivina cual. Pista: lo titulé La noticia.
El texto autóctono fingido:
En la Plaza de la Paz se persiguen los niños antes de que los sienten a hacer los deberes. Los hombres de traje gris vuelven a casa orgullosos unos, humillados otros. Los que no tenemos quehaceres ni amigos a mano observamos curiosos girando la base de una copa de vino.
El texto del escritor malo:
Hacía demasiado frío para un sol tan radiante. Entré deslumbrado y se me ocurrió jugar a las tinieblas como cuando era pequeño hasta que noté el tacto de zinc de la barra. Tomé la copa y la luz halógena reflejó tonos rojizos. Comencé a entrar en calor.
El texto cine español:
El vino cayó por su frente, mientras los trozos de botella rota volaban por todas partes. Por suerte, la mayor parte se lo habían bebido antes y ni el “te quiero” ni el botellazo con el que botaban su amor le dolían ahora.
El texto emotivo-lacrimógeno:
“Cariño, este vino sabe raro”, me dijo y solté del susto la copa que sangró sobre la alfombra. Respiré hondo, reaccioné al fin y la abracé y besé intensamente. Ella no entendía nada. Era su tinto favorito… por segunda vez estaba embarazada.
El texto de la crisis:
Mi pequeña colección de botellas de vino no pudieron embargármela. Usé aquel mismo papel con la firma del juez en su reverso y la invité a beber cuanto pudiera esa misma noche. Ahora vivo en su casa. Le gustan las vidrieras que le hice para las ventanas.
El texto postmoderno apocalíptico graciosillo:
Al evacuar la Tierra, pocos fuimos los privilegiados. Cuando divisamos la atmósfera del asteroide Clarete-145 todo el transporte aplaudió y gritó ebrio de alegría. Siempre fue una premisa de la expedición… “No iremos a lugar alguno del universo donde no podamos hacer vino”, decía el almirante.
El texto absurdo:
Siempre la guardé para una ocasión especial, aunque también me decoraba mucho el salón. Vinieron los mormones y al abrir aquella botella se convirtieron en sacerdotisas. Gracias por liberarnos -decían- adiós al blanco y negro. Por la ventana se fueron.
La semana pasada me llegó un paquete con el libro "Sorbo de letras", publicado por el Gobierno de La Rioja, con los dos ganadores y los ciento treinta textos que más le gustaron al Jurado. Entre ellos estaba uno de los siete que envié.
Adivina cual. Pista: lo titulé La noticia.
El texto autóctono fingido:
En la Plaza de la Paz se persiguen los niños antes de que los sienten a hacer los deberes. Los hombres de traje gris vuelven a casa orgullosos unos, humillados otros. Los que no tenemos quehaceres ni amigos a mano observamos curiosos girando la base de una copa de vino.
El texto del escritor malo:
Hacía demasiado frío para un sol tan radiante. Entré deslumbrado y se me ocurrió jugar a las tinieblas como cuando era pequeño hasta que noté el tacto de zinc de la barra. Tomé la copa y la luz halógena reflejó tonos rojizos. Comencé a entrar en calor.
El texto cine español:
El vino cayó por su frente, mientras los trozos de botella rota volaban por todas partes. Por suerte, la mayor parte se lo habían bebido antes y ni el “te quiero” ni el botellazo con el que botaban su amor le dolían ahora.
El texto emotivo-lacrimógeno:
“Cariño, este vino sabe raro”, me dijo y solté del susto la copa que sangró sobre la alfombra. Respiré hondo, reaccioné al fin y la abracé y besé intensamente. Ella no entendía nada. Era su tinto favorito… por segunda vez estaba embarazada.
El texto de la crisis:
Mi pequeña colección de botellas de vino no pudieron embargármela. Usé aquel mismo papel con la firma del juez en su reverso y la invité a beber cuanto pudiera esa misma noche. Ahora vivo en su casa. Le gustan las vidrieras que le hice para las ventanas.
El texto postmoderno apocalíptico graciosillo:
Al evacuar la Tierra, pocos fuimos los privilegiados. Cuando divisamos la atmósfera del asteroide Clarete-145 todo el transporte aplaudió y gritó ebrio de alegría. Siempre fue una premisa de la expedición… “No iremos a lugar alguno del universo donde no podamos hacer vino”, decía el almirante.
El texto absurdo:
Siempre la guardé para una ocasión especial, aunque también me decoraba mucho el salón. Vinieron los mormones y al abrir aquella botella se convirtieron en sacerdotisas. Gracias por liberarnos -decían- adiós al blanco y negro. Por la ventana se fueron.
miércoles, 21 de julio de 2010
La Teoría del Esquimal
Todo el mundo piensa (mentira) que si hubiera nacido esquimal se largaría a un sitio un poco más calido, pero el hecho es que vivimos en zonas con climas relativamente duros y no emigramos a climas tropicales.
lunes, 10 de mayo de 2010
Pequeños éxitos
El verano pasado participé en un concurso de relatos breves de Ztv. Se trataba de continuar un arranque que te daban.
Aquí el arranque del relato:
La letra "s" se había estropeado así que, cada vez que se sentaba frente a la pantalla del ordenador para escribir, cambiaba "eses" por "zetas", como en "sueño", primera palabra de aquel relato que ya comenzaba
Y aquí mi continuación:
"Zueño dezpierto. A menudo eztoy deznudo en la calle o me perziguen, pero ya no me importa. Repentinamente el taconeo de un zapato -o cualquier otra coza- me devuelve a la vigilia y me veo andando por mitad de la calzada. Me hago el zueco y zigo como zi nada. Te cuento ezto porque hoy ez el primer día zin muertoz por la gripe A en el telediario, y he penzado en tí y en loz hozpitalez en loz que te vi morir tan lentamente. También miz zueñoz zon de color verde y blanco. Y la luz ez pálida en elloz, como en tuz ojoz que ze apagaron zin cerrarze.
La vida ez muy dura ahora, cariño. Tú eztáz muerta; yo te ezcribo ezperando que eztez en algún zitio... y que zi puedez leer ezto vuelvaz a reír, aunque zólo zea porque te ezcribo dezde un teclado roto y parezco tonto".
Hubo suerte y gané. Hasta salí en la tele con cara de alelao, leyéndolo todo con zetas... Por suerte la gripe A no fue como la pintaban.
Aquí el arranque del relato:
La letra "s" se había estropeado así que, cada vez que se sentaba frente a la pantalla del ordenador para escribir, cambiaba "eses" por "zetas", como en "sueño", primera palabra de aquel relato que ya comenzaba
Y aquí mi continuación:
"Zueño dezpierto. A menudo eztoy deznudo en la calle o me perziguen, pero ya no me importa. Repentinamente el taconeo de un zapato -o cualquier otra coza- me devuelve a la vigilia y me veo andando por mitad de la calzada. Me hago el zueco y zigo como zi nada. Te cuento ezto porque hoy ez el primer día zin muertoz por la gripe A en el telediario, y he penzado en tí y en loz hozpitalez en loz que te vi morir tan lentamente. También miz zueñoz zon de color verde y blanco. Y la luz ez pálida en elloz, como en tuz ojoz que ze apagaron zin cerrarze.
La vida ez muy dura ahora, cariño. Tú eztáz muerta; yo te ezcribo ezperando que eztez en algún zitio... y que zi puedez leer ezto vuelvaz a reír, aunque zólo zea porque te ezcribo dezde un teclado roto y parezco tonto".
Hubo suerte y gané. Hasta salí en la tele con cara de alelao, leyéndolo todo con zetas... Por suerte la gripe A no fue como la pintaban.
lunes, 26 de abril de 2010
Pequeñas derrotas
CANARIO BAJO LA LLUVIA
La manzana estaba oxidada pero no mordida.
-Aquí tiene que haber un canario –dijo desde la cocina.
-¿Cómo? -su compañero Carlos le miró extrañado.
Inspeccionando a fondo los agentes encontraron una jaula abierta debajo de la cama junto al cuerpo de la anciana. La ventana del dormitorio también estaba abierta. Instintivamente se asomaron por ella: en la azotea del edificio de enfrente las palomas seguían con su vida, pero nada más.
-A este paso dentro de unos años viviré en medio del barrio chino, como en la peli esa de Clint Eastwood. Es acojonante cómo se expanden. Ya puedes llamar para que levanten el cadáver, Paco.
Las obras del tranvía avanzaban lentas pero seguras, como el tráfico. Cuando las cruzó por una pasarela metálica las vías oxidadas le pidieron Coca-Cola.
Abrió la puerta de su casa y se anunció con un grito. Entró al salón.
-Hola cariño. ¿Qué haces? –dijo.
-Estoy viendo Aragoneses por el mundo. Hay una chica de Calatorao estudiando en Cuenca, figúrate –dijo ella.
-Interesante.
-Yo ya he cenado. Mira a ver qué encuentras por la cocina. ¿Qué tal todo?
-Bueno, bien. Un día tranquilo dentro de lo que cabe. A Carlos lo han hecho abuelo por lo visto... su hija mayor, la de la boda baturra aquella en la que casi morimos. Está feliz el hombre. Y una vieja ha liberado a su canario antes de palmarla –terminó de decir desde la cocina.
-¿Qué?
Volvió al salón con un plato de sobras del mediodía, mirando al infinito:
-Nada, da igual. Oye, ¿Alguna vez has tenido algún animal en casa? Me refiero a en casa de tus padres. En ésta ya sé que no, quitándome a mí y al butanero –dijo.
-Qué cosas tienes… Una vez tuve una tortuga. Pero mi hermano la tiró por la ventana con una bolsa del Pryca de paracaídas. Ya sabes cómo es. ¿Por qué lo preguntas? –dijo ella.
-Carlos dice que el día menos pensado me ensartan con una katana. Yo no lo veo tan claro, pero quisiera regalarte algo vivo por si algún día falto… para que no estés tan sola.
-Entonces tendré al butanero para que me consuele.
Ambos hicieron amago de reír en silencio.
-Y quieres comprar un canario, ¿no es eso? –preguntó ella.
-No lo sé, cariño. En realidad no, ya sabes lo que quiero. De todas formas ahora sólo necesito dormir.
Solo en el dormitorio, en pijama, abrió la ventana y miró hacia los árboles del parque. Comenzaba a llover. Se metió en la cama y dio un suspiro:
-Putos pájaros de los cojones…
La manzana estaba oxidada pero no mordida.
-Aquí tiene que haber un canario –dijo desde la cocina.
-¿Cómo? -su compañero Carlos le miró extrañado.
Inspeccionando a fondo los agentes encontraron una jaula abierta debajo de la cama junto al cuerpo de la anciana. La ventana del dormitorio también estaba abierta. Instintivamente se asomaron por ella: en la azotea del edificio de enfrente las palomas seguían con su vida, pero nada más.
-A este paso dentro de unos años viviré en medio del barrio chino, como en la peli esa de Clint Eastwood. Es acojonante cómo se expanden. Ya puedes llamar para que levanten el cadáver, Paco.
Las obras del tranvía avanzaban lentas pero seguras, como el tráfico. Cuando las cruzó por una pasarela metálica las vías oxidadas le pidieron Coca-Cola.
Abrió la puerta de su casa y se anunció con un grito. Entró al salón.
-Hola cariño. ¿Qué haces? –dijo.
-Estoy viendo Aragoneses por el mundo. Hay una chica de Calatorao estudiando en Cuenca, figúrate –dijo ella.
-Interesante.
-Yo ya he cenado. Mira a ver qué encuentras por la cocina. ¿Qué tal todo?
-Bueno, bien. Un día tranquilo dentro de lo que cabe. A Carlos lo han hecho abuelo por lo visto... su hija mayor, la de la boda baturra aquella en la que casi morimos. Está feliz el hombre. Y una vieja ha liberado a su canario antes de palmarla –terminó de decir desde la cocina.
-¿Qué?
Volvió al salón con un plato de sobras del mediodía, mirando al infinito:
-Nada, da igual. Oye, ¿Alguna vez has tenido algún animal en casa? Me refiero a en casa de tus padres. En ésta ya sé que no, quitándome a mí y al butanero –dijo.
-Qué cosas tienes… Una vez tuve una tortuga. Pero mi hermano la tiró por la ventana con una bolsa del Pryca de paracaídas. Ya sabes cómo es. ¿Por qué lo preguntas? –dijo ella.
-Carlos dice que el día menos pensado me ensartan con una katana. Yo no lo veo tan claro, pero quisiera regalarte algo vivo por si algún día falto… para que no estés tan sola.
-Entonces tendré al butanero para que me consuele.
Ambos hicieron amago de reír en silencio.
-Y quieres comprar un canario, ¿no es eso? –preguntó ella.
-No lo sé, cariño. En realidad no, ya sabes lo que quiero. De todas formas ahora sólo necesito dormir.
Solo en el dormitorio, en pijama, abrió la ventana y miró hacia los árboles del parque. Comenzaba a llover. Se metió en la cama y dio un suspiro:
-Putos pájaros de los cojones…
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