viernes, 1 de febrero de 2008

Apología de Rambo.


Es completamente falso que Rambo dijera nunca "no siento las piernas", lo que decía era "no encuentro las piernas" refiriéndose a su amigo que acababa de saltar por los aires en un bar de Saigon, porque un niño había puesto una bomba en una caja de limpiar zapatos.
Esto sucede en la última escena de Acorralado (Rambo I), en la que Rambo dice más de tres frases seguidas por primer vez. Su amigo quería ir a casa, quería conducir su Chevrolet y se desangra delante de él, en sus brazos "intento mantenerlo entero ¡Y se le siguen saliendo los intestinos!...nadie me ayuda".

Dicho esto, sólo quiero añadir que Acorralado muestra el problema de los veteranos de guerra, que vuelven mutilados o tarados, y con "la mirada de los mil metros", como se dice en La Chaqueta metálica. Incapaces de readaptarse con normalidad a la vida civil, después de lo que han visto, han hecho, o han tenido que hacer. No es una película de acción como las que se hacen últimamente, donde el argumento es casi siempre absurdo, o hipotético.

En Rambo II y III, el argumento tiene cierto sentido, pero es más la explotación del personaje que una exposición de ideas complejas.

La última película "John Rambo" no iré a verla al cine, porque nadie quiere venir conmigo de momento. Pero iría de mil amores, aunque sé que seguramente sea absurda y Silvester de pena. A mí Silvester me da igual, pero no puedo abandonar a Rambo: De pequeño me hizo feliz, y cuando estuve de Erasmus me sentía como él cuando llega al pueblo ese en Acorralado, y todo el mundo le trata como a un maleante. Por no hablar de lo que triunfé cuando llevaba unas greñas parecidas a las suyas. Y la frase "para sobrevivir a una guerra hay que convertirse en guerra" me ayudó en tantas y tantas convocatorias en mis momentos de desánimo.

Johnny, te lo debo, creo que iré al cine aunque sea solo, y si no me pongo una chaqueta militar, ni bien ni mal.

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