martes, 24 de noviembre de 2009

Yo, Bonsai

Soy el Bonsai de Pablo. Quiero contar mi experiencia para saber si a algún otro vegetal doméstico le pasa o le ha pasado algo parecido, por si alguien me pudiera aconsejar o aunque sea para que me escuchen y así desahogarme compartiendo mi historia.

Hace unos días ya que mi dueño se comporta de manera muy extraña. Todo comenzó un domingo en que abrió la puerta del balcón y me puso cerca para que me diera el sol. Fue un gesto por su parte, ya que no hago mucho la fotosíntesis de manera natural y la mayoría de mi energía la obtengo a base de la luz de la lámpara. Desde ese día me dedicó más cuidados que de costumbre: cuando abría la ventana me apartaba de la corriente de aire, me regaba con más asiduidad, me quitaba las hojas secas, y un día hasta me podó.

Todo eso entra dentro de los cuidados propios de una planta de mi noble estirpe, bien lo sé y el hecho de que al fin me dispense lo que me merezco no debería sorprenderme sino al contrario hacerme muy feliz. Pero no es así. Porque el caso es que la cosa no quedó ahí. Esto es difícil de contar… a ver cómo lo hago.
Hace tres días por la mañana mi dueño vino hasta mí, se me quedó mirando pensativo, levantó la cabeza y tras un diálogo con el infinito dijo en voz baja “Qué cojones”. Nada más. Acto seguido me cogió y me llevó a un sitio en el que yo no había estado antes, pero que pude identificar como el baño. Pensaba que se limitaría a regarme en el lavabo… pero no. Sorprendentemente me metió en la ducha (es una forma de hablar, en realidad me dejó al lado, en el suelo. No bajo el chorro, pero dentro) y la encendió. El agua salía caliente y generaba un agradable vapor que limpiaba mis hojas y me humedecía el tronco y las ramas. De pronto lo entendí: quería recrear las condiciones de humedad de un invernadero y ver si eso me hacía estar más sano.

Comprendí que todo era un experimento cuando me dijo que cada semana me haría una foto para ver mi evolución y que lo colgaría en el facebook para que el mundo entero pudiera aprovechar el vapor de la ducha para regar y tener mejor sus plantas.

La verdad es que aunque no parece mala idea, sí parece una extravagancia. Mi amo no es ningún genio, ni tampoco un loco… lo que pasa es que tiene demasiado tiempo libre y últimamente creo que está un poco triste. No lo juzguen duramente.

2 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Nunca se juzga, por supuesto.

Anónimo dijo...

Seguro que le viene bien al arbolico. Muy rico el relato.
jl