lunes, 26 de abril de 2010

Pequeñas derrotas

CANARIO BAJO LA LLUVIA

La manzana estaba oxidada pero no mordida.

-Aquí tiene que haber un canario –dijo desde la cocina.
-¿Cómo? -su compañero Carlos le miró extrañado.

Inspeccionando a fondo los agentes encontraron una jaula abierta debajo de la cama junto al cuerpo de la anciana. La ventana del dormitorio también estaba abierta. Instintivamente se asomaron por ella: en la azotea del edificio de enfrente las palomas seguían con su vida, pero nada más.

-A este paso dentro de unos años viviré en medio del barrio chino, como en la peli esa de Clint Eastwood. Es acojonante cómo se expanden. Ya puedes llamar para que levanten el cadáver, Paco.


Las obras del tranvía avanzaban lentas pero seguras, como el tráfico. Cuando las cruzó por una pasarela metálica las vías oxidadas le pidieron Coca-Cola.

Abrió la puerta de su casa y se anunció con un grito. Entró al salón.

-Hola cariño. ¿Qué haces? –dijo.
-Estoy viendo Aragoneses por el mundo. Hay una chica de Calatorao estudiando en Cuenca, figúrate –dijo ella.
-Interesante.
-Yo ya he cenado. Mira a ver qué encuentras por la cocina. ¿Qué tal todo?
-Bueno, bien. Un día tranquilo dentro de lo que cabe. A Carlos lo han hecho abuelo por lo visto... su hija mayor, la de la boda baturra aquella en la que casi morimos. Está feliz el hombre. Y una vieja ha liberado a su canario antes de palmarla –terminó de decir desde la cocina.
-¿Qué?

Volvió al salón con un plato de sobras del mediodía, mirando al infinito:

-Nada, da igual. Oye, ¿Alguna vez has tenido algún animal en casa? Me refiero a en casa de tus padres. En ésta ya sé que no, quitándome a mí y al butanero –dijo.
-Qué cosas tienes… Una vez tuve una tortuga. Pero mi hermano la tiró por la ventana con una bolsa del Pryca de paracaídas. Ya sabes cómo es. ¿Por qué lo preguntas? –dijo ella.
-Carlos dice que el día menos pensado me ensartan con una katana. Yo no lo veo tan claro, pero quisiera regalarte algo vivo por si algún día falto… para que no estés tan sola.
-Entonces tendré al butanero para que me consuele.

Ambos hicieron amago de reír en silencio.

-Y quieres comprar un canario, ¿no es eso? –preguntó ella.
-No lo sé, cariño. En realidad no, ya sabes lo que quiero. De todas formas ahora sólo necesito dormir.

Solo en el dormitorio, en pijama, abrió la ventana y miró hacia los árboles del parque. Comenzaba a llover. Se metió en la cama y dio un suspiro:

-Putos pájaros de los cojones…

4 comentarios:

Agostinho dijo...

paaablo
paaablo
paaablo!!!

eres el puto amo, muy bueno. lo de la cocacola me ha gustado. lo del canario mola.

ay que resaquita llevamos del sabadete eh?! melancolia, resignación, bueno, y palabras de esas que quedan bien y que salen los domingos por la tarde...lo escribiste el dominga por la tade no?! jaja....ains...

abrazo cari,

El Butanero

El Becario Jefe dijo...

Je, je. Es de la semana pasada, pero muchas gracias por tu apoyo, butanero de mi amor.

David Yáñez dijo...

a David Yáñez le gusta esto.

(Palabra de verificación: "acconyo")

CameraOff dijo...

Come sempre sei sottile e sagace, adoro leggerti. Ti voglio bene

Alessandra