miércoles, 30 de enero de 2008

La fibra

Estoy en la cola de un supermercado. Me rodean estanterías con cientos de productos ricos en fibra y con componentes añadidos para que la gente vaya más y mejor al baño.

Primera reacción: duda. No creo que todos los productos de repente lleven cosas extrañas. Con lo fácil que es cambiar sólo la etiqueta o en todo caso el envase.

Segunda reacción y meollo del problema: ¿Tan mal caga la gente? (Disculpen la expresión). La verdad es que no sé si hay encuestas sobre eso, que lo dudo, pero por lo que desde mi perspectiva de persona normal o medio normal puede verse, es que debemos estar en un mundo donde la gente va poco o va mal al baño (a cagar, no a lavarse los dientes claro). Esta revelación sólo es comparable, en mi caso personal, al día en que supe para qué servía un bidet (aún no lo he superado del todo).

Tercera reacción: incredulidad.

Cuarta reacción: conciencia de privilegio digestivo respecto a mis semejantes.

Quinta reacción: euforia.

Sexta reacción: difundir mi virtud.

Hecho.

Aunque sé que es tentador, estimado lector, no deje un comentario escatológico testimonial. O si lo deja, tire después de la cadena. Gracias.

No hay comentarios: